El mundo circundante
Ricardo Di Mario
A
los amigos de la revista Callejón,
Alejandro
Fernández
Horacio Fernández
Luis
Villanueva
Mario
José Funes
El
mundo circundante
“La
vida guarda una íntima relación con su mundo circundante y con el
horizonte poblado por los otros individuos. La posibilidad de
elaborar un nuevo concepto de filosofía emana de esta relación de
la vida con el mundo, más allá de cualesquiera cosmovisiones
religiosas, artísticas, científicas y políticas. El mundo es el
manantial de vivencias y situaciones del que bebe la vida y que
posteriormente se puede someter a reflexión; esto significa tanto
como afirmar que el origen de toda filosofía se remonta al subsuelo
del mundo de la vida. Este mundo no se entiende a la manera de un
receptáculo que contenga la totalidad de las cosas percibidas, sino
como un mundo revestido del manto de la significatividad. No se
trata, pues, de recuperar un misterioso lazo divino, ni de descender
al mundo del inconsciente, sino de comprender la realidad directa de
la vida.”
Martin
Heidegger
En
el laberinto de los espejos
Hacer
pie en Heidgger no es poca cosa para “comprender la realidad
directa de la vida”
En
la primera parte del libro, Ricardo Di Mario abre puertas, primero la
de los espejos, luego la del río en donde el olvido es un pasado que
se muestra evidente.
No
es el Jordán baustismal, si no el Lethe, el río, la memoria y el
olvido como un juego binario, como “las tensiones de un juego que
nadie vio” Ricardo Di Mario navega en ese río y es de pronto una
parra, viento, orilla, damasco, su dulzor en la boca. “Ser
el alma del árbol y apoyarse en una mujer desnuda”
Lo
que toca el poeta cobra vida, cobra vida el lector cuando lee sus
poemas. El Uno es el todo. Lo que una hoja calla lo repite el
universo.
Los
poemas del libro tienen un epígrafe que desandan su escritura.
Fantasmagoría y melancolía cuando el amor no es una nube ni es el
viento al que puedo tocarlo.
No
hay nada que hondamente no roce al poeta, la infancia, el erotismo,
la palabra.
Una
quieta llama sin tiempo aniquiló la tierra
Teje
añoranzas el río, la naturaleza golpeada por el hombre
Ser
el nuevo hombre en la memoria de la grava, ser el árbol, el río,
las cortaderas y el silencio del río que se va entre preguntas y
añoranzas.
Ricardo
Di Mario, como todo hombre, es el paisaje y también lo que ha leído.
El Mundo circundante, los mundos circundantes diría yo, están
adentro de la Poesía de Ricardo Di Mario.
Celebro
a la Poesía. Lo disfruto, porque deja una marca en el laberinto de
los espejos.
Concluyo
estas palabras con un fragmento de un poema que lo define:
He
muerto una y otra vez para mirar que hay detrás de los espejos
para
mirar, por curiosa que es la noche,
qué
ven de mí a mis espaldas.
Hugo
Francisco Rivella
11
de noviembre de 2018, Córdoba
Primera
Parte
I
En
la casa de la memoria no hay ventanas, hay espejos
Hugo
Mujica
El
tiempo corre como de apuro entre los árboles
añoro
los días en que soñar era buscarte
claustros
de las facultades /trenes/ veredas amarillas.
Éramos
caminatas absurdas y posibles.
¿Cómo
habría de suponer que el amor se convertiría
en
esas palabras que no pudieron y las otras
que
fueron destiempo y anacronías
entre los vientos del río cuando me iba?
Ahora
soy camino junto al lago
cada
canción que vuelve es recuerdo y aún estoy
ánimas
de cuerpos sin sexo
mente
y corazón son variaciones arrítmicas
melodías
que nunca escribiré
patas
de liebres que no alcanzo
libros
que tacho y olvido
¿y
el olvido qué es?
plegarias
dichas vanamente cuando niño
leviatán
del pasado que nos traga de un bocado.
Ya
no mandan sobre mí esa casa gigantesca la memoria
breves
cursos de agua
senderos
tan reales como la esperanza
soy
el baldío de la academia de las letras donde juego a retener y a
extraviar.
¿Y
esas pequeñas flores liberty de tu vestido dónde están?
II
La
memoria del agua no se encuentra /
al
acopio de todos cuantos quieran /
secuestrarla
de un álbum.
Fernando
Beltrán
Un
par de sueños
se
lavan en el lethê
/río
de otro monte/
hay
un olvido permanente
en
este valle
un
reencarnar diáfano
cotidiano.
Hay
un registro del movimiento que es un andar
es
difícil suponer de dónde viene esa fuerza
me
baña hasta los pies
reclama
la memoria
una
aletehia eterna /permanente
mientras
otros buscan imágenes para sus papeles y sus telas.
III
Me
visitó una nube/y me dejó al marcharse/su contorno de viento.
Roberto
Juarroz
Si
abro la puerta en esos días de nubes bajas
una
entra por el frente de la casa
me
atraviesa
no
como una ausencia sino como si no estuvieras
pasa
por el estar la biblioteca los libros la mesa de comer
inunda
la frazada como lo hacíamos
la
palabra y los pelos de mi gato
busca
un rincón secreto que parece conocer ella
también
a
veces abro el tragaluz de atrás para que marche pronto.
Ella
es como eras
una
existencia de agua que flota
porque
hay palabras que nos hunden en la gravedad
la
palabra amor que nos atraviesa como una puerta abierta
pero
hay otras cosas con una fuerza invertida
con
un contorno vertical que sube y baja
en
esos días en que entrabas
en
todas direcciones.
Pero
la nube es otra cosa
porque
a ella pude tocarla como al viento.
IV
¿Dónde
quedó tu sur, repasado como una lección?
Juan
Gelman
Se
acerca la noche como duras patas de animales
sombríos
/ violentos
pisotea
una manada de letras
se
abruma el sentido
como
ese río tormentoso que me vio nacer
hoy
es un recuerdo
soy
una lejura
de niño en el monte.
V
/delirar
sin camino, sin mapa, sin fuego/
Antonio
Lucas
Fuimos
un par de espectros insaciables esa tarde
encendimos
el sendero antes que nada en el deseo
memoria
y olvido fueron tensiones de un fuego que nadie vio
sin
culminaciones ni remates
una
guerra transparente
un
campo
una
ciudad
un
desierto
un
mundo entero
éramos
mientras ardíamos
una
quieta llama sin tiempo aniquiló la tierra
luego
todo volvió como brotes del monte tras el incendio.
VI
Hagamos
un silencio como el de las orillas oscuras
para
escuchar esta voz innumerable y tenue.
Juan
L. Ortiz
Soy
el silencio y las piedras los personajes de la aguada
cantarines
espectros rondan
entre
huecos con ojos parecidos a la muerte
las
cortaderas empenachadas se amarran a mis manos hasta sangrar
compruebo
que es solo un sueño del arroyo
una
cábala con todas las respuestas
que
me duerme y me despierta por saber.
Escucho
risas en el sendero
la
arena transparente vuelve a brillar
me
ilusiono
unas
ramitas secas vienen desde lo alto navegando
ahora
barrenan en la otra margen a una sombra de distancia
las
toco con el pie
se
quedan ahí
en
esa orilla.
VII
Para
saber si las palabras y los hechos van de la mano
es
bueno confiar en la ternura del damasco
vivir
sin buscar más razones
que
ser en cada dulce mordida.
VIII
Uno
es el hombre que anda por la tierra y descubre la luz y dice: es
buena, la realiza en los ojos la entrega a la rama del árbol, al
río, a la ciudad, al sueño, a la esperanza y a la espera.
Jaime
Sabines
Buscamos
desesperadamente las vainas contra el sol
para
encontrarnos.
Una
claridad dormitaba la mañana
ardía
una brisa de silencios.
Sacamos
de encima la oscuridad
nos
fundimos para Ser
en
cada nacimiento.
Ser
agua bajo las plantas
mojarnos
las espaldas.
Ser
una parra de jardín trasnochadora
esperar
calmo los primeros abandonos del alba
el
destino es incierto.
Ser
el nombre de este árbol
sus
semillas dulces con pequeñas alas.
Ser
el nuevo hombre en la memoria de la grava
con
los brazos extendidos como ramas.
IX
No
decir nada frente al silencio
ser
un par de palabras invasoras
caminar
hacia el arroyo
entrar
tardío como a destiempo.
Enmudecer
el rincón secreto
susurrar
de viento las cortaderas
detener
la corriente con las manos
hacer
una represa con las piedras
dejar
la claridad quieta en ese pequeño murallón imperfecto
mirar
como en un espejo
una
ventana en el agua
ver
la luz
una
pequeña nube
las
plantas detrás de mí
pero
no verme a mí
ausentarse
verdaderamente
y
el agua también quería irse.
X
Nuestros
muertos no nos dejarán en la desgracia
Nuestros
caídos son como guardianes.
Se
refleja el cielo en el bosque como en el agua
Y
los árboles se yerguen azules.
Vladimir
Vysotski
Ser
el alma del árbol y soñar
tener
patas y correr
sin
raíces de sujeción al suelo.
Ser
un hombre con memoria de niño y trepar
buscar
la copa y beber de un trago toda la sed.
Ser
el árbol que de quietud está vivo
pero
creer que es posible volar por las alas
que
un día lo abandonan
ligadas
hasta caer en un viaje de a miles solitariamente.
Ser
el alma del árbol como la de un instrumento
creer
que se agita por el viento
que
no se doblega de ánimo y resiste.
Ser
bosque entre tantas manos que lo abrazan.
Ser
canción reparo palacio/nube
paraíso
eterno.
Ser
el alma del árbol y apoyarse en una mujer desnuda
que
entrega en un mar de piernas sus manos y otros sueños
mientras
sus brazos silban una melodía entre la luz son
luz.
Preguntarse
cómo se sostendría el mundo sin ellos
cariátides
del cielo enramada donde se han perdido el olvido
y
este canto que me exilia de su amor.
XI
Una
sola hoja del árbol de cualquier bosque es absolutamente el
universo
así
como el amor que sublima a la muerte
y
es la existencia misma que abre todas las puertas
la
certeza de ser mortales como aparentemente su nervadura
mi
amor viajará como en una nave cósmica
siempre
para ser otra cosa tal vez o la misma
en
la alborada de la humanidad
Soy
el monte
el
que está quieto y se mueve en las manos del hombre.
XII
a
C.R.
Hay
unas presencias incoloras y vuelan por sobre el cauce
que
el centro mismo del remolino se trague todos los miedos
(dice una de ellas)
las
manos entrecruzaron los dedos
un
rumor indiscreto nos acompañó
enfriamos
los tobillos desnudos
hicimos
rebotes sobre el agua
con
el resto de las ánimas.
XIII
a
M.M.M.
Trilogía
I
/así
era ángel patriota;
había dejado su familia, sus sembrados,
su nube rosada del mar al mediodía/
había dejado su familia, sus sembrados,
su nube rosada del mar al mediodía/
Mónica
Morán
Hay
un aroma cierto de cocina
un
sol azteca de cara chata en medio de la cama
un
motón de pequeños dioses en una suerte de presagio
y
un lanzarse al sacrificio como un rito sin fe.
En
la galería unos espíritus frescos que no han olvidado
un
papel se transparenta en las manos y desaparece
otra
vez esa delgada hecatombe de silencios en la lengua de los dedos.
Ser
yo cuando hablo de mí
calentar
los huesos que evoco y dejarme empujar hacia mi adentro
el
grito mudo del gato
/como
si entendiese/
me
sigue en la catástrofe
mira
el diario en la pantalla y dice sin hablar:
amar
era tan fácil.
II
/hoy
que un capataz mató al gorrión
que alzaba un canto de alegría entre la gente/
que un capataz mató al gorrión
que alzaba un canto de alegría entre la gente/
Roberto
Santoro
Hay
un pasillo y es una ele
estar
en la pata corta
a
una distancia de dos lomas y una sierra
ver
un niño llorar en brazos de una mujer muy joven
caminan
entre los autos
el
padre lleva una toalla rosada a suerte de patria que los envuelve
y
hasta parecen reír.
III
En
cambio,
si
enamora con la larga caricia de una mirada honda,
todo
vuelve a nacer, todo vuelva a afrontar
Edgar
Morisoli
Volver
a la escritura en el vértice de la ruta
unos
cosmos amarillos y naranjas retrasados
iluminan
todo como un par de nuevos ojos.
La
resolana achica la mirada
una
mariposa de limón sobre la signa gigante
acostumbra
unas pupilas viejas de unos cuantos días
es
la muerte que se acostumbra a la ausencia
pétalos
de la estación que se anuncia en el suelo.
Hay
una nube
baja
por el cerro es una bolsa de algodón mojado
entretanto
discernir pasto de huerta
hierba
mala de amor seco y de alma rota
se
vuelve a fundar la vida en un recodo del río.
El
mundo sigue inquieto a mí alrededor
y
es de rojo que lustra el piso,
un
sortilegio de hechiceros que saltan otra vez.
XIV
Una
ventana cerrada eternamente
Jacobo
Fijman
Sus
molinos rojos de la noche
estaban
detrás de esa ventana.
Volví
a mirar para ver.
Ahí
estaban unos ojos violeta de gato nocturno
unas
plantas que rumoreaban en la oscuridad
conspiraciones
y otras paranoias.
Gritó
por la libertad y no lo oyeron
por
las sombras sin puntuaciones ni reglas ortográficas
y
todo era un decir
un
balbuceo sin tiempo ni color que nadie oía
un
trapo con que tapar el frío que surcaba el espacio
una
habitación cerrada por el duelo de su alma
/que
ya se había ido antes que él/.
Era
una ventana pintada en la pared
y
un tan armónico poema escrito en sus vidrios transparentes.
XV
Hay
un millón de ventanas y cada una padece
su teólogo fracasado ante la única realidad posible
con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.
su teólogo fracasado ante la única realidad posible
con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.
Joaquín
Giannuzzi
Furibundos
y sedientos van los peces que conozco
con
fervor en sus naderías
de
aire
de
luz
de
orillas con ríos
blancas
y nerviosas van sus manos en la tiembla semanal de cada jueves.
a
TBS
XVI
Las
malezas del yo cierran la luz a la palabra, no la dejan salir.
Juan
Gelman
Las
palabras no quieren ser nombradas.
La
palabra monte por ejemplo
quiere
ser monte pero no ser nombrado
/un
pasar inadvertido/
ni
gravitar entre las flores
un
agitar rotundo
cazar
entre pistilos.
Mi
palabra no quiere ser nombrada
quiere
cavar agujeros en la tierra
ser
memoria entre pétalos que caen como el olvido
no
quiere ser parte de un jardín inerme y bonito
un
tata dios que come por comer
un
perfume entre los muertos.
Las
palabras no quieren ser nombradas.
XVII
Esperé
desde las manos a través de una ventana sin postigos
y hasta los insectos silencios oscuros de la noche lo sabían
el tiempo vuelve a ser una manzana azul
y hasta los insectos silencios oscuros de la noche lo sabían
el tiempo vuelve a ser una manzana azul
porque
una vez las viste sobre la mesa rústica de la tarde
hoy revivo esa fiesta en la que comimos sobre platos blancos y de pie
hoy revivo esa fiesta en la que comimos sobre platos blancos y de pie
frente
a las cámaras que buscaban tu risa
amanece y será un día "bella-mente" de recuerdos
amanece y será un día "bella-mente" de recuerdos
XVIII
El
viento grita a las cortaderas solitarias
moldea
la roca viva
es
una nave eterna
una
libertad que sana.
XIX
Soy
el monte
unos
ojos oscuros de la noche negros
sombras
sobre los techos del mollar
que
haciende mientras camino
me
miran existo y miro
busco
una respuesta en su negrura
una
forma de sentir esta paz tan nueva o tan final
mi
sangre que supo bullir a borbotones
en
trincheras de amor
pero
en trincheras
que
solo traen muertos a mi memoria
reclaman
mientras me interno en la greda
un
arenal en mi cabeza me invita a caminar para que sea.
XX
Yo
el Toro, toro y bandera/
es
ronca la palabra que me sale del pecho raspándose en mis dientes.
Hugo
Rivella
Soy
soy
el monte
camino
hacia mi adentro
se
embarran los cascos
se
empantanan en la espesura
rebotan
en la tierra hasta calmar la sed
que
la muerte trae de antemano
húmeda
entre las plumas
ave
o demonio que me guía
locomotora
sobre piedras
somos
uno en este continente de buscar
para
gritar con desmesura
Soy
el monte
XXI
La
realidad serpentea entre pastizales
mareas
doradas que se abrochan como amor
seco
por
más que intento el olvido elige
el
pasado devora lento su carroña
yo
casi no intervengo
solo
me quito despacito esos pequeños vegetales oscuros
que
del monte traigo
en
la piel, en la ropa y en la emoción
adheridos.
XXII
Cae
de bruces un silencio frío en el ocio violeta de la tarde.
Jacobo
Fijman
Cabrío
de cencerros rojos
ser
los ojos inermes y solitarios del camino
aprender
los mensajes del cielo
el
futuro es incierto de pies y de manos
se
hace barro y está quieto de puro andar las pircas
es
un destino que se afronta
entre
tanto los molinos de vientos rosados en la tarde
se
hacen violeta en los azogues
y
nada borrará esa armonía.
XXIII
Solo
viento /en las profundidades /de esta nada que socava el cuerpo .
Anamaría
Mayol
Soy
el monte y enmudezco
una
tristeza de abismo
un
silencio que querella al grito
una
vanguardia que aleja la razón.
Es
un salto hacia adelante en plena nada
un
aullido aturde la pregunta
siento
el poema mientras camino
anda
y se detiene en una brisa
y
ahí estoy de frente al Este
para
salvar al mundo
con
la fuerza de este viento en mi palabra.
XXIV
Arde
el monte en manos invisibles que lloramos todos
Hay
un perdón en los murmullos del monte
mientras
soy antes de hablar con mi voz de flama
un
espíritu cazando realidades entre espinillos
se
estira el sendero frente al paso
me
voy encendiendo
volviéndome
en mí mismo.
Ser
el árbol y el bosque
ser
un abra donde detenerme
tanto
yo perdido
una
hendidura se abrió en el pedregal
puertas
donde acallar
como
en la noche
un
fuego
un
grito.
XXV
Hay
ondas gravitacionales
energías
en el espacio
acercan
y alejan los cuerpos
idéntico
y diferente
en
la ciencia y la poesía.
Uno
se busca monte
tierra
piedra
hablante
y
parece estar quieto y moverse.
Es
un dilema de la quántica y del poema.
XXVI
Algunas
veces sale a la vida.
Roberto
Juarroz
Inasible
como el viento,
pasa
saludando
garabatea
letras en una libreta de sueños
junto
a la cama
donde
su música es perfecta….
XXVII
Si
digo que el silencio es una hoja amarilla
un
recuerdo que te trae hasta mí en el desierto
en
esta época de sequías
digo
también que fue frescura
la
gota de vida que cayó de tu moldura verde
como
una penca,
un
quiscaludo
que me salva de la muerte en pleno monte.
XXVIII
Y
fue tan cuerpo que fue puro espíritu.
Clarice
Lispector
En
el río donde el día pasa hay una calma y todo parece entenderse
acomodarse
en el vaivén del agua
esa
mujer de sauce apenas toca las pequeñas piedras de la arena
las
huellas de sus pies se le adelantan
yo
entre tanto en una apnea provocada
mientras
el atardecer se torna rojo
azul
oscuro
negro
y
desaparece.
XXIX
Vivir
vivíamos a los saltos, hechizados por el temor.
Libertad
Demitrópulos
Ha
vuelto plateando con luna el río
el
breve río de mis congojas,
asomó
frío de madrugada,
sobre
olas tenues de un amor perdido en la ciudad
y
en otras palabras.
Sin
embargo
estaba
su aurora colgada de las ramas de nuestra acacia
indicando
por dónde regresar.
XXX
Entre
lo que veo y digo, Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño, Entre lo que sueño y olvido.
La poesía.
Entre lo que callo y sueño, Entre lo que sueño y olvido.
La poesía.
Octavio
Paz
Hay
una piedra del sendero
otras
iguales y distintas
serán
arena nuevamente o surco en la tierra
polvo
de universo.
Confío
en la memoria de la greda que quiere ser otras cosas
aunque
deba esperar un infinito o dos.
Por
ahora me lleno los ojos de aire
con
mirada tan real como la poesía
y
bajo con ayuda de la luna
despacio
hasta la casa.
Segunda
Parte
Lecturas
que hoy circundan
Una
escritura que resista
la
intemperie total.
Una
escritura que se pueda leer
hasta
en la muerte.
Roberto
Juarroz
I
El
último paso, la perfección del diálogo,
consiste
en convertirse uno mismo en ausencia.
Roberto
Juarroz
No
es un ángel caído y misterioso la palabra
hay
que internarse en la oscuridad paso tras paso
como
buscando su claridad
comprender
al monte en su integridad de poema.
No
es un árbol que el viento ha volteado
en
el vacío del pensamiento de un dios
en
una meditación de la naturaleza
ni
es una madera inerme y silenciosa
es
por el contrario un catálogo sagrado
que
nos enseña un camino a la perfección
como
una verdad que no quiere suceder en el río del olvido.
Es
un canto la palabra por donde andar gritando que existimos.
II
/busca
una forma higiénica de morirse,
mientras
da saltitos variables por las calles/
Roberto
Juarroz
El
hombre también transita la vida como en un jardín
no es una flor quieta
no es una flor quieta
más
bien mantis religiosa.
Se atraganta con belleza
deliberadamente destroza estrellas
tallos verdes
vainas de algarroba.
Con
unas manos ganchudas de equivocarse
devora sueños
palabras vanas y de las otras
en ese deglutir se olvida de la muerte.
devora sueños
palabras vanas y de las otras
en ese deglutir se olvida de la muerte.
Se
pierde como bicho en su propia casa
y da vueltas con su antena alucinada.
y da vueltas con su antena alucinada.
III
/Entre
pedazos de palabras y caricias en ruinas,
encontré
algunas formas que volvían de la muerte/
Roberto
Juarroz
Hay
que desandar lo vivido para encontrar lo que vendrá
como
una cascada que se mira desde abajo
la
corriente trae pedazos de mis otros tantos
hay
que navegar en ellos para volver
hay
piedras que flotan
canciones
que silencian el regreso
siempre
hay un tono posible mientras marchemos
el
sentido deviene en la caída hacia ese nacimiento o nada que hay
detrás.
Tercera
Parte
Espejos
circundantes
¿Y
quién no tiene un amor?
¿Y
quién no goza entre amapolas?
¿Y
quién no posee un fuego, una muerte,
un
miedo, algo horrible,
aunque
fuere con plumas,
aunque
fuere con sonrisas?
Alajandra
Pizarnik
I
¿Qué
podemos amar que no sea una sombra?
Alejandra
Pizarnik
Hay
ideas que se nos van de las manos,
frases
que ningún espejo desea ver,
verdades
que no se quieren,
y
hay noches que iluminan al Sol,
palabras
que se nos escaparán con todo éxito al morir.
II
Un
siete colores
un
zorzal
una
calandria
y
otros pájaros de los que no sé su nombre
cabían
en el hueco de mis manos
no
son un síndrome del nido vacío
ahí
estabas y ahora no.
III
He
muerto una y otra vez para mirar que hay detrás de los espejos
para
mirar, por curiosa que es la noche,
qué
ven de mí a mis espaldas.
IV
Yo
he preparado a mi memoria para que flote,
junto
a otros restos en las palabras
amor,
desamor, ausencia, muerte, final
y
las he escrito en las ventanas de aquel departamentito de Paris,
solo
para que un animal de lucidez temprana
se
despierte conmigo en un insomnio.
V
La
tristeza es una estatua en el fondo del jardín de una casa
abandonada,
se
hunden mis pasos en el mar de hojas,
¿Qué
mano milagrosa y despiadada le ha otorgado la vida para quitársela?
VI
Esa
que tiembla en el espejo
y
ese que tiembla en mi palabra
son
los que quisiera ver esta noche
con
ojos de Costa Azul o de boca abierta en medio de su sexo.
VII
El
amor es silencioso como el espacio redondo y vacío de un circo,
que
se ha ido a otro pueblo,
mi
cuerpo aplastado
oye
un eco que retumba en todo el vidrio del retrato
en
su mirada.
VIII
No
hay rostros,
hay
borbotones de mí en todos los espejos,
hay
restos de mí amor en cada braza de un fuego que se suicida en
palabras.
IX
Desnuda
está mi voz por no nombrarte, qué poesía ni poesía, yo solo
quería la gloria de tus brazos.
Ahora
una caricia, un animal rotundo como de noche viene a buscarme, y me
llama por el nombre.
Cómo
sabré si es mi sangre o el fantasma delgado que me habita,
es
un frasco la muerte y en el rótulo están mis iniciales.
X
El
viento es un sonido que ilumina,
solo
quiero una jaula blanca
una
mano larga y velluda que me salve de toda eternidad.
Epílogo
Un
amigo me pide que lea su libro de poemas. Acepto, no sin temor. No es
la primera vez que me sucede y, siempre, inevitable, el temor. ¿Temor
a qué? –alguien podría preguntar. A no estar a la altura, a no
entender cabalmente al autor, entre otros miedos. Elijo este verso:
Una
sola hoja del árbol de cualquier bosque es absolutamente el
universo… ¿Por
qué lo elijo como punto de partida al hablar de este libro? Porque
uno de los atributos de la poesía es la concentración.
Dice
el diccionario al respecto: acción y efecto de concentrar, siendo
concentrar: reunir en un centro o punto lo que estaba separado. Voy
más lejos y trato de abarcar la obra por entero, y percibo que el
propósito de concentrar está presente, como si fuese un mandato,
página tras página. Digo: concentrar hasta que todo se vuelva un
punto capaz de irradiar luz. Claro, lo dijo antes que yo, para
nosotros es la intención. Como afirma Poe, de lograrlo, -él habla
de poner al corazón al desnudo- el papel se enroscaría y ardería.
¿Es otro nuestro deseo? Creo que no, querido Ricardo. En este libro,
como en cada libro, hay anhelo y espera. Transcribo a modo de cierre:
Inasible
como el viento, / pasa saludando / garabatea letras en una libreta de
sueños / junto a la cama donde su música es perfecta….
Carlos
Barbarito
Ricardo
Di Mario, nació en buenos Aires 1959 es profesor de Historia,
Licenciado en Historia de la Universidad Nacional de Luján, antes de
jubilarse de la docencia cursó la Maestría
en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de General Sarmiento.
Actualmente vive en Los Hornillos, Valle de Traslasierra, Provincia
de Córdoba.
Ha
publicado ensayos y artículos en el campo académico relacionados
con la Historia y la Política Argentina. Integró el equipo de
redacción de la Revista Callejón
entre los años 1990-1994.
Fue
convocado al programa Jóvenes y Memoria desde su lanzamiento por la
Comisión Provincial de la Memoria de la ciudad de La Plata en el año
2002, desde donde coordinó o asesoró distintos trabajos de alumnos
del nivel secundario entre los que se encuentran los videos:
“Memoria
Perpetua”
(2002) que reconstruye a través de testimonios orales, tres casos
emblemáticos para la región de Malvinas Argentinas: El
funcionamiento del CCD El cilindro, de la ciudad de Los Polvorines
investigación con la que se redactó con los mismos alumnos, un
proyecto de ordenanza para designar en tal lugar una Marca de la
Memoria, dicho proyecto fue rechazado por los mismos concejales que
un año después lo sancionaron con su autoría. La fundación del
cementerio de Grand Bourg para el ocultamiento de decenas de
desaparecidos y el secuestro y desaparición de la
maestra/directora/delegada gremial Susana
Pertierra
de la escuela 54 de la misma ciudad del conurbano bonaerense, con
este nombre se logró designar el aula magna de la UNGS.
“Tensiones
entre pasado y Presente. Una mirada desde lo local de las
pervivencias de la dictadura militar”
(2006) Libro y video.
“Malvinas.
La Segunda Lucha”(2008)
Video.
“El
delito de ser jóvenes y pobres”(2009)Video.
“Percepciones
sobre la inseguridad”
(2010) Video.
En
materia de Educación y DDHH se capacitó en el área de la Teoría
de la Historia y la Memoria en la UNLA donde cursó talleres y
participó de jornadas de la misma temática, así como en las
distintas universidades a las que estuvo relacionado. En el campo de
DDHH recibió el beneplácito de la HCD de la Nación, a través de
un proyecto de la diputada nacional Araceli Ferreyra, por la
coordinación del trabajo titulado Tensiones entre Pasado y Presente
en el año 2007.
Dictó
talleres, jornadas, espacios curriculares y seminarios en el nivel
terciario tanto en Buenos Aires en las carreras de magisterio e
inicial, como en la provincia de Córdoba en el profesorado de
Historia Dr. Carlos M. Carena de Mina Clavero donde coordinó el
trabajo de investigación “Enseñar y aprender historia en
Traslasierra” 2013 (video). Siempre ligados a la educación, a la
historia y a la memoria.
Su
tesina del profesorado de Historia se publicó con el título
“FRONDIZI.
EL GOLPE FINAL”.
Editorial Círculo XXI. (1991).
Su
tesis de licenciatura se publicó con el título “ORIGEN,
EVOLUCIÓN Y RUPTURA DEL PRT. En el marco de la violencia política
en la Argentina de los años sesenta”
(1964-1969)” Tierra del Sur (2009)
Está
pendiente de publicación en la misma línea de investigación sobre
militancia de los años setenta, un proyecto titulado “LOS
DIENTES DEL PERRO. ALGUNOS PROBLEMAS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS EN EL
ESTUDIO DEL PASADO PRESENTE A TRAVÉS DE UNA HISTORIA DE VIDA”
Viviendo
en Traslasierra realizó los siguientes trabajos relacionados a la
Memoria desde distintas perspectivas. La llamada biblioteca
inmaterial que reconstruye costumbres y saberes ancestrales, y la
memoria colectiva:
El
primero de ellos “LOS
HORNILLOS EN LA VOZ DE LOS MAYORES”.
Que publicó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (2014),
que intenta reconstruir las costumbres y distintas formas del
conocimiento de las culturales locales a través de entrevistas a
los ancianos de una localidad serrana (libro y video).
El
segundo trabajo lo realizó conformando un equipo con María Correa,
hermana de un desparecido en la provincia de Córdoba y la profesora
Mary Luque, docente local, con el que abordaron una temática nunca
tratada en la región, investigación que se publicó con el título
“MEMORIA
DEL VALLE. Un registro de los relatos sobre desaparecidos,
exdetenidos e HIJOS de Traslasierra”.
Ediciones del Callejón (2017).
En
el ámbito literario ha publicado: “LIEBRES”
Editorial Último Reino. Buenos Aires (2001)
“GUADAL
Y OTROS FANTASMAS”
Tierra del sur Buenos Aires/Córdoba (2012)
“ALETHEIA
Y OTROS POEMAS”
Ediciones del Callejón. Córdoba (2016)
“JUAN
GELMAN. Historia y palabra en el cuerpo del poeta”
Ediciones del Callejón Córdoba (2017)
“EL
MUNDO CIRCUNDANTE”
Alción editora. Ciudad de Córdoba (2018).
Está
presentando “JUAN,
EL OLVIDADOR”
Ediciones del Callejón (2019).
Juan,
el olvidador es un sobreviviente de la Argentina reciente que trata
de ordenar su vida a finales de los años ochenta, reinventándose
mientras viaja en el tren que lo lleva de regreso a su casa en los
suburbios después de un día que preferiría arrojar al mítico al
Lethë, río del olvido entre los griegos. Busca sanarse de tragedia
personal y colectiva como parte de una memoria necesaria que le
permita vivir un nuevo y diferente presente.
Esta
ficción no tiene las pretensiones de aproximar un trabajo teórico
de las tensiones entre “olvido y memoria” solamente y nada menos
que ello, el narrador intenta con su relato presentar a los siempre
nuevos lectores sin edades prefijadas, ni prejuicios, ni posturas
políticas excluyentes, una mirada más, sobre las afectaciones del
pasado y las tensiones entre recordar y olvidar. Su pretensión es
literaria, si lo logra o no es decisión del lector.
Esta
nouvelle busca tener la extensión necesaria para no perder la
contundencia del cuento y explorar algunas de las posibilidades
narrativas de la novela.
Ricardo
Di Mario vive en un paraje serrano en el que los inviernos son
extensos y crudos, y los veranos luminosos y acalorados pero siempre
se hace tiempo para recorrer el monte, sus cerros y los arroyos para
volver relajado al refugio donde leer y escribir como parte una vida
que transcurre lenta y profunda en búsqueda de armonía y al paso de
un burro cordobés.
Coordina
actualmente del ciclo literario mensual “La
Noche del Búho”
Traslasierra. Córdoba.
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