sábado, 2 de mayo de 2020

El Mundo Circundante. Ricardo Di Mario




El mundo circundante

Ricardo Di Mario







Imagen HADA-HALADA. Acrílico sobre madera. Carina Ruggiero Scherer












A los amigos de la revista Callejón,
Alejandro Fernández
Horacio Fernández
Luis Villanueva
Mario José Funes





El mundo circundante






La vida guarda una íntima relación con su mundo circundante y con el horizonte poblado por los otros individuos. La posibilidad de elaborar un nuevo concepto de filosofía emana de esta relación de la vida con el mundo, más allá de cualesquiera cosmovisiones religiosas, artísticas, científicas y políticas. El mundo es el manantial de vivencias y situaciones del que bebe la vida y que posteriormente se puede someter a reflexión; esto significa tanto como afirmar que el origen de toda filosofía se remonta al subsuelo del mundo de la vida. Este mundo no se entiende a la manera de un receptáculo que contenga la totalidad de las cosas percibidas, sino como un mundo revestido del manto de la significatividad. No se trata, pues, de recuperar un misterioso lazo divino, ni de descender al mundo del inconsciente, sino de comprender la realidad directa de la vida.”
Martin Heidegger


















En el laberinto de los espejos


Hacer pie en Heidgger no es poca cosa para “comprender la realidad directa de la vida”
En la primera parte del libro, Ricardo Di Mario abre puertas, primero la de los espejos, luego la del río en donde el olvido es un pasado que se muestra evidente.
No es el Jordán baustismal, si no el Lethe, el río, la memoria y el olvido como un juego binario, como “las tensiones de un juego que nadie vio” Ricardo Di Mario navega en ese río y es de pronto una parra, viento, orilla, damasco, su dulzor en la boca. “Ser el alma del árbol y apoyarse en una mujer desnuda”
Lo que toca el poeta cobra vida, cobra vida el lector cuando lee sus poemas. El Uno es el todo. Lo que una hoja calla lo repite el universo.
Los poemas del libro tienen un epígrafe que desandan su escritura. Fantasmagoría y melancolía cuando el amor no es una nube ni es el viento al que puedo tocarlo.
No hay nada que hondamente no roce al poeta, la infancia, el erotismo, la palabra.
Una quieta llama sin tiempo aniquiló la tierra
Teje añoranzas el río, la naturaleza golpeada por el hombre
Ser el nuevo hombre en la memoria de la grava, ser el árbol, el río, las cortaderas y el silencio del río que se va entre preguntas y añoranzas.
Ricardo Di Mario, como todo hombre, es el paisaje y también lo que ha leído. El Mundo circundante, los mundos circundantes diría yo, están adentro de la Poesía de Ricardo Di Mario.
Celebro a la Poesía. Lo disfruto, porque deja una marca en el laberinto de los espejos.
Concluyo estas palabras con un fragmento de un poema que lo define:
He muerto una y otra vez para mirar que hay detrás de los espejos
para mirar, por curiosa que es la noche,
qué ven de mí a mis espaldas.

Hugo Francisco Rivella
11 de noviembre de 2018, Córdoba



Primera Parte








I


En la casa de la memoria no hay ventanas, hay espejos
Hugo Mujica


El tiempo corre como de apuro entre los árboles
añoro los días en que soñar era buscarte
claustros de las facultades /trenes/ veredas amarillas.

Éramos caminatas absurdas y posibles.

¿Cómo habría de suponer que el amor se convertiría
en esas palabras que no pudieron y las otras
que fueron destiempo y anacronías entre los vientos del río cuando me iba?

Ahora soy camino junto al lago
cada canción que vuelve es recuerdo y aún estoy
ánimas de cuerpos sin sexo
mente y corazón son variaciones arrítmicas
melodías que nunca escribiré
patas de liebres que no alcanzo
libros que tacho y olvido
¿y el olvido qué es?
plegarias dichas vanamente cuando niño
leviatán del pasado que nos traga de un bocado.

Ya no mandan sobre mí esa casa gigantesca la memoria
breves cursos de agua
senderos tan reales como la esperanza
soy el baldío de la academia de las letras donde juego a retener y a extraviar.

¿Y esas pequeñas flores liberty de tu vestido dónde están?






II

La memoria del agua no se encuentra /
al acopio de todos cuantos quieran /
secuestrarla de un álbum.
Fernando Beltrán




Un par de sueños
se lavan en el lethê
/río de otro monte/
hay un olvido permanente
en este valle
un reencarnar diáfano
cotidiano.


Hay un registro del movimiento que es un andar
es difícil suponer de dónde viene esa fuerza
me baña hasta los pies
reclama la memoria
una aletehia eterna /permanente
mientras otros buscan imágenes para sus papeles y sus telas.




III



Me visitó una nube/y me dejó al marcharse/su contorno de viento.
Roberto Juarroz


Si abro la puerta en esos días de nubes bajas
una entra por el frente de la casa
me atraviesa
no como una ausencia sino como si no estuvieras
pasa por el estar la biblioteca los libros la mesa de comer
inunda la frazada como lo hacíamos
la palabra y los pelos de mi gato
busca un rincón secreto que parece conocer ella también
a veces abro el tragaluz de atrás para que marche pronto.


Ella es como eras
una existencia de agua que flota
porque hay palabras que nos hunden en la gravedad
la palabra amor que nos atraviesa como una puerta abierta
pero hay otras cosas con una fuerza invertida
con un contorno vertical que sube y baja
en esos días en que entrabas
en todas direcciones.


Pero la nube es otra cosa
porque a ella pude tocarla como al viento.


IV


¿Dónde quedó tu sur, repasado como una lección?
Juan Gelman



Se acerca la noche como duras patas de animales
sombríos / violentos
pisotea una manada de letras
se abruma el sentido
como ese río tormentoso que me vio nacer
hoy es un recuerdo
soy una lejura de niño en el monte.



V


/delirar sin camino, sin mapa, sin fuego/
Antonio Lucas




Fuimos un par de espectros insaciables esa tarde
encendimos el sendero antes que nada en el deseo
memoria y olvido fueron tensiones de un fuego que nadie vio
sin culminaciones ni remates
una guerra transparente
un campo
una ciudad
un desierto
un mundo entero
éramos mientras ardíamos
una quieta llama sin tiempo aniquiló la tierra
luego todo volvió como brotes del monte tras el incendio.


VI


Hagamos un silencio como el de las orillas oscuras
para escuchar esta voz innumerable y tenue.
Juan L. Ortiz




Soy el silencio y las piedras los personajes de la aguada
cantarines espectros rondan
entre huecos con ojos parecidos a la muerte
las cortaderas empenachadas se amarran a mis manos hasta sangrar
compruebo que es solo un sueño del arroyo
una cábala con todas las respuestas
que me duerme y me despierta por saber.


Escucho risas en el sendero
la arena transparente vuelve a brillar
me ilusiono
unas ramitas secas vienen desde lo alto navegando
ahora barrenan en la otra margen a una sombra de distancia
las toco con el pie
se quedan ahí
en esa orilla.



VII


Para saber si las palabras y los hechos van de la mano
es bueno confiar en la ternura del damasco
vivir sin buscar más razones
que ser en cada dulce mordida.



VIII


Uno es el hombre que anda por la tierra y descubre la luz y dice: es buena, la realiza en los ojos la entrega a la rama del árbol, al río, a la ciudad, al sueño, a la esperanza y a la espera.
Jaime Sabines




Buscamos desesperadamente las vainas contra el sol
para encontrarnos.


Una claridad dormitaba la mañana
ardía una brisa de silencios.


Sacamos de encima la oscuridad
nos fundimos para Ser
en cada nacimiento.


Ser agua bajo las plantas
mojarnos las espaldas.


Ser una parra de jardín trasnochadora
esperar calmo los primeros abandonos del alba
el destino es incierto.


Ser el nombre de este árbol
sus semillas dulces con pequeñas alas.


Ser el nuevo hombre en la memoria de la grava
con los brazos extendidos como ramas.


IX



No decir nada frente al silencio
ser un par de palabras invasoras
caminar hacia el arroyo
entrar tardío como a destiempo.


Enmudecer el rincón secreto
susurrar de viento las cortaderas
detener la corriente con las manos
hacer una represa con las piedras
dejar la claridad quieta en ese pequeño murallón imperfecto
mirar como en un espejo
una ventana en el agua
ver la luz
una pequeña nube
las plantas detrás de mí
pero no verme a mí
ausentarse verdaderamente
y el agua también quería irse.




X
Nuestros muertos no nos dejarán en la desgracia
Nuestros caídos son como guardianes.
Se refleja el cielo en el bosque como en el agua
Y los árboles se yerguen azules.
Vladimir Vysotski

Ser el alma del árbol y soñar
tener patas y correr
sin raíces de sujeción al suelo.

Ser un hombre con memoria de niño y trepar
buscar la copa y beber de un trago toda la sed.

Ser el árbol que de quietud está vivo
pero creer que es posible volar por las alas
que un día lo abandonan
ligadas hasta caer en un viaje de a miles solitariamente.

Ser el alma del árbol como la de un instrumento
creer que se agita por el viento
que no se doblega de ánimo y resiste.

Ser bosque entre tantas manos que lo abrazan.
Ser canción reparo palacio/nube paraíso eterno.

Ser el alma del árbol y apoyarse en una mujer desnuda
que entrega en un mar de piernas sus manos y otros sueños
mientras sus brazos silban una melodía entre la luz son luz.

Preguntarse cómo se sostendría el mundo sin ellos
cariátides del cielo enramada donde se han perdido el olvido
y este canto que me exilia de su amor.


XI


Una sola hoja del árbol de cualquier bosque es absolutamente el universo
así como el amor que sublima a la muerte
y es la existencia misma que abre todas las puertas
la certeza de ser mortales como aparentemente su nervadura
mi amor viajará como en una nave cósmica
siempre para ser otra cosa tal vez o la misma
en la alborada de la humanidad
Soy el monte
el que está quieto y se mueve en las manos del hombre.



XII
a C.R.


Hay unas presencias incoloras y vuelan por sobre el cauce
que el centro mismo del remolino se trague todos los miedos (dice una de ellas)
las manos entrecruzaron los dedos
un rumor indiscreto nos acompañó
enfriamos los tobillos desnudos
hicimos rebotes sobre el agua
con el resto de las ánimas.





XIII
a M.M.M.
Trilogía
I
/así era ángel patriota;
había dejado su familia, sus sembrados,
su nube rosada del mar al mediodía
/
Mónica Morán


Hay un aroma cierto de cocina
un sol azteca de cara chata en medio de la cama
un motón de pequeños dioses en una suerte de presagio
y un lanzarse al sacrificio como un rito sin fe.


En la galería unos espíritus frescos que no han olvidado
un papel se transparenta en las manos y desaparece
otra vez esa delgada hecatombe de silencios en la lengua de los dedos.


Ser yo cuando hablo de mí
calentar los huesos que evoco y dejarme empujar hacia mi adentro
el grito mudo del gato
/como si entendiese/
me sigue en la catástrofe
mira el diario en la pantalla y dice sin hablar:
amar era tan fácil.

II
/hoy
que un capataz mató al gorrión
que alzaba un canto de alegría entre la gente/
Roberto Santoro


Hay un pasillo y es una ele
estar en la pata corta
a una distancia de dos lomas y una sierra
ver un niño llorar en brazos de una mujer muy joven
caminan entre los autos
el padre lleva una toalla rosada a suerte de patria que los envuelve
y hasta parecen reír.

III
En cambio,
si enamora con la larga caricia de una mirada honda,
todo vuelve a nacer, todo vuelva a afrontar
Edgar Morisoli



Volver a la escritura en el vértice de la ruta
unos cosmos amarillos y naranjas retrasados
iluminan todo como un par de nuevos ojos.


La resolana achica la mirada
una mariposa de limón sobre la signa gigante
acostumbra unas pupilas viejas de unos cuantos días
es la muerte que se acostumbra a la ausencia
pétalos de la estación que se anuncia en el suelo.


Hay una nube
baja por el cerro es una bolsa de algodón mojado
entretanto discernir pasto de huerta
hierba mala de amor seco y de alma rota
se vuelve a fundar la vida en un recodo del río.


El mundo sigue inquieto a mí alrededor
y es de rojo que lustra el piso,
un sortilegio de hechiceros que saltan otra vez.


XIV
Una ventana cerrada eternamente
Jacobo Fijman


Sus molinos rojos de la noche
estaban detrás de esa ventana.

Volví a mirar para ver.

Ahí estaban unos ojos violeta de gato nocturno
unas plantas que rumoreaban en la oscuridad
conspiraciones y otras paranoias.

Gritó por la libertad y no lo oyeron
por las sombras sin puntuaciones ni reglas ortográficas
y todo era un decir
un balbuceo sin tiempo ni color que nadie oía
un trapo con que tapar el frío que surcaba el espacio
una habitación cerrada por el duelo de su alma
/que ya se había ido antes que él/.

Era una ventana pintada en la pared
y un tan armónico poema escrito en sus vidrios transparentes.



XV


Hay un millón de ventanas y cada una padece
su teólogo fracasado ante la única realidad posible
con su correspondiente dolor de cabeza al anochecer.
Joaquín Giannuzzi


Furibundos y sedientos van los peces que conozco
con fervor en sus naderías
de aire
de luz
de orillas con ríos
blancas y nerviosas van sus manos en la tiembla semanal de cada jueves.



a TBS



XVI


Las malezas del yo cierran la luz a la palabra, no la dejan salir.
Juan Gelman


Las palabras no quieren ser nombradas.


La palabra monte por ejemplo
quiere ser monte pero no ser nombrado
/un pasar inadvertido/
ni gravitar entre las flores
un agitar rotundo
cazar entre pistilos.


Mi palabra no quiere ser nombrada
quiere cavar agujeros en la tierra
ser memoria entre pétalos que caen como el olvido
no quiere ser parte de un jardín inerme y bonito
un tata dios que come por comer
un perfume entre los muertos.


Las palabras no quieren ser nombradas.



XVII

Esperé desde las manos a través de una ventana sin postigos
y hasta los insectos silencios oscuros de la noche lo sabían
el tiempo vuelve a ser una manzana azul
porque una vez las viste sobre la mesa rústica de la tarde
hoy revivo esa fiesta en la que comimos sobre platos blancos y de pie
frente a las cámaras que buscaban tu risa
amanece y será un día "bella-mente" de recuerdos


XVIII


El viento grita a las cortaderas solitarias
moldea la roca viva
es una nave eterna
una libertad que sana.



XIX


Soy el monte
unos ojos oscuros de la noche negros
sombras sobre los techos del mollar
que haciende mientras camino
me miran existo y miro
busco una respuesta en su negrura
una forma de sentir esta paz tan nueva o tan final
mi sangre que supo bullir a borbotones
en trincheras de amor
pero en trincheras
que solo traen muertos a mi memoria
reclaman mientras me interno en la greda
un arenal en mi cabeza me invita a caminar para que sea.










XX


Yo el Toro, toro y bandera/
es ronca la palabra que me sale del pecho raspándose en mis dientes.
Hugo Rivella


Soy
soy el monte
camino hacia mi adentro
se embarran los cascos
se empantanan en la espesura
rebotan en la tierra hasta calmar la sed
que la muerte trae de antemano
húmeda entre las plumas 
ave o demonio que me guía
locomotora sobre piedras
somos uno en este continente de buscar
para gritar con desmesura
Soy el monte

XXI

La realidad serpentea entre pastizales
mareas doradas que se abrochan como amor seco
por más que intento el olvido elige
el pasado devora lento su carroña
yo casi no intervengo
solo me quito despacito esos pequeños vegetales oscuros
que del monte traigo
en la piel, en la ropa y en la emoción
adheridos.


XXII



Cae de bruces un silencio frío en el ocio violeta de la tarde.
Jacobo Fijman


Cabrío de cencerros rojos
ser los ojos inermes y solitarios del camino
aprender los mensajes del cielo
el futuro es incierto de pies y de manos
se hace barro y está quieto de puro andar las pircas
es un destino que se afronta
entre tanto los molinos de vientos rosados en la tarde
se hacen violeta en los azogues
y nada borrará esa armonía.








XXIII


Solo viento /en las profundidades /de esta nada que socava el cuerpo .
Anamaría Mayol



Soy el monte y enmudezco
una tristeza de abismo
un silencio que querella al grito
una vanguardia que aleja la razón.

Es un salto hacia adelante en plena nada
un aullido aturde la pregunta
siento el poema mientras camino
anda y se detiene en una brisa
y ahí estoy de frente al Este
para salvar al mundo
con la fuerza de este viento en mi palabra.


XXIV


Arde el monte en manos invisibles que lloramos todos




Hay un perdón en los murmullos del monte
mientras soy antes de hablar con mi voz de flama
un espíritu cazando realidades entre espinillos
se estira el sendero frente al paso
me voy encendiendo
volviéndome en mí mismo.
Ser el árbol y el bosque
ser un abra donde detenerme
tanto yo perdido
una hendidura se abrió en el pedregal
puertas donde acallar
como en la noche
un fuego
un grito.


XXV


Hay ondas gravitacionales
energías en el espacio
acercan y alejan los cuerpos
idéntico y diferente
en la ciencia y la poesía.

Uno se busca monte
tierra
piedra hablante
y parece estar quieto y moverse.

Es un dilema de la quántica y del poema.



XXVI



Algunas veces sale a la vida.
Roberto Juarroz




Inasible como el viento,
pasa saludando
garabatea letras en una libreta de sueños
junto a la cama
donde su música es perfecta….





XXVII


Si digo que el silencio es una hoja amarilla
un recuerdo que te trae hasta mí en el desierto
en esta época de sequías
digo también que fue frescura
la gota de vida que cayó de tu moldura verde
como una penca,
un quiscaludo que me salva de la muerte en pleno monte.



XXVIII

Y fue tan cuerpo que fue puro espíritu.
Clarice Lispector



En el río donde el día pasa hay una calma y todo parece entenderse
acomodarse en el vaivén del agua
esa mujer de sauce apenas toca las pequeñas piedras de la arena
las huellas de sus pies se le adelantan
yo entre tanto en una apnea provocada
mientras el atardecer se torna rojo
azul
oscuro
negro
y desaparece.



XXIX


Vivir vivíamos a los saltos, hechizados por el temor.
Libertad Demitrópulos




Ha vuelto plateando con luna el río
el breve río de mis congojas,
asomó frío de madrugada,
sobre olas tenues de un amor perdido en la ciudad
y en otras palabras.

Sin embargo
estaba su aurora colgada de las ramas de nuestra acacia
indicando por dónde regresar.



XXX


Entre lo que veo y digo, Entre lo que digo y callo,
Entre lo que callo y sueño, Entre lo que sueño y olvido.
La poesía.
Octavio Paz

Hay una piedra del sendero
otras iguales y distintas
serán arena nuevamente o surco en la tierra
polvo de universo.


Confío en la memoria de la greda que quiere ser otras cosas
aunque deba esperar un infinito o dos.


Por ahora me lleno los ojos de aire
con mirada tan real como la poesía
y bajo con ayuda de la luna
despacio hasta la casa.





Segunda Parte










Lecturas que hoy circundan




Una escritura que resista
la intemperie total.
Una escritura que se pueda leer
hasta en la muerte.
Roberto Juarroz





I




El último paso, la perfección del diálogo,
consiste en convertirse uno mismo en ausencia.
Roberto Juarroz




No es un ángel caído y misterioso la palabra
hay que internarse en la oscuridad paso tras paso
como buscando su claridad
comprender al monte en su integridad de poema.


No es un árbol que el viento ha volteado
en el vacío del pensamiento de un dios
en una meditación de la naturaleza
ni es una madera inerme y silenciosa
es por el contrario un catálogo sagrado
que nos enseña un camino a la perfección
como una verdad que no quiere suceder en el río del olvido.


Es un canto la palabra por donde andar gritando que existimos.




II

/busca una forma higiénica de morirse,
mientras da saltitos variables por las calles/
Roberto Juarroz



El hombre también transita la vida como en un jardín
no es una flor quieta
más bien mantis religiosa. 

Se atraganta con belleza
deliberadamente destroza estrellas
tallos verdes
vainas de algarroba.


Con unas manos ganchudas de equivocarse
devora sueños
palabras vanas y de las otras
en ese deglutir se olvida de la muerte.


Se pierde como bicho en su propia casa
y da vueltas con su antena alucinada.

III


/Entre pedazos de palabras y caricias en ruinas,
encontré algunas formas que volvían de la muerte/
Roberto Juarroz


Hay que desandar lo vivido para encontrar lo que vendrá
como una cascada que se mira desde abajo
la corriente trae pedazos de mis otros tantos
hay que navegar en ellos para volver
hay piedras que flotan
canciones que silencian el regreso
siempre hay un tono posible mientras marchemos
el sentido deviene en la caída hacia ese nacimiento o nada que hay detrás.




Tercera Parte







Espejos circundantes


¿Y quién no tiene un amor?
¿Y quién no goza entre amapolas?
¿Y quién no posee un fuego, una muerte,
un miedo, algo horrible,
aunque fuere con plumas,
aunque fuere con sonrisas?

Alajandra Pizarnik




I


¿Qué podemos amar que no sea una sombra?
Alejandra Pizarnik




Hay ideas que se nos van de las manos,
frases que ningún espejo desea ver,
verdades que no se quieren,
y hay noches que iluminan al Sol,
palabras que se nos escaparán con todo éxito al morir.





II



Un siete colores
un zorzal
una calandria
y otros pájaros de los que no sé su nombre
cabían en el hueco de mis manos
no son un síndrome del nido vacío
ahí estabas y ahora no.



III


He muerto una y otra vez para mirar que hay detrás de los espejos
para mirar, por curiosa que es la noche,
qué ven de mí a mis espaldas.






IV



Yo he preparado a mi memoria para que flote,
junto a otros restos en las palabras
amor, desamor, ausencia, muerte, final
y las he escrito en las ventanas de aquel departamentito de Paris,
solo para que un animal de lucidez temprana
se despierte conmigo en un insomnio.


V

La tristeza es una estatua en el fondo del jardín de una casa abandonada,
se hunden mis pasos en el mar de hojas,
¿Qué mano milagrosa y despiadada le ha otorgado la vida para quitársela?



VI




Esa que tiembla en el espejo
y ese que tiembla en mi palabra
son los que quisiera ver esta noche
con ojos de Costa Azul o de boca abierta en medio de su sexo.

VII


El amor es silencioso como el espacio redondo y vacío de un circo,
que se ha ido a otro pueblo,
mi cuerpo aplastado
oye un eco que retumba en todo el vidrio del retrato
en su mirada.


VIII

No hay rostros,
hay borbotones de mí en todos los espejos,
hay restos de mí amor en cada braza de un fuego que se suicida en palabras.


IX


Desnuda está mi voz por no nombrarte, qué poesía ni poesía, yo solo quería la gloria de tus brazos.
Ahora una caricia, un animal rotundo como de noche viene a buscarme, y me llama por el nombre.
Cómo sabré si es mi sangre o el fantasma delgado que me habita,
es un frasco la muerte y en el rótulo están mis iniciales.


X


El viento es un sonido que ilumina,
solo quiero una jaula blanca
una mano larga y velluda que me salve de toda eternidad.





Epílogo


Un amigo me pide que lea su libro de poemas. Acepto, no sin temor. No es la primera vez que me sucede y, siempre, inevitable, el temor. ¿Temor a qué? –alguien podría preguntar. A no estar a la altura, a no entender cabalmente al autor, entre otros miedos. Elijo este verso: Una sola hoja del árbol de cualquier bosque es absolutamente el universo… ¿Por qué lo elijo como punto de partida al hablar de este libro? Porque uno de los atributos de la poesía es la concentración. Dice el diccionario al respecto: acción y efecto de concentrar, siendo concentrar: reunir en un centro o punto lo que estaba separado. Voy más lejos y trato de abarcar la obra por entero, y percibo que el propósito de concentrar está presente, como si fuese un mandato, página tras página. Digo: concentrar hasta que todo se vuelva un punto capaz de irradiar luz. Claro, lo dijo antes que yo, para nosotros es la intención. Como afirma Poe, de lograrlo, -él habla de poner al corazón al desnudo- el papel se enroscaría y ardería. ¿Es otro nuestro deseo? Creo que no, querido Ricardo. En este libro, como en cada libro, hay anhelo y espera. Transcribo a modo de cierre: Inasible como el viento, / pasa saludando / garabatea letras en una libreta de sueños / junto a la cama donde su música es perfecta….


Carlos Barbarito
Ricardo Di Mario, nació en buenos Aires 1959 es profesor de Historia, Licenciado en Historia de la Universidad Nacional de Luján, antes de jubilarse de la docencia cursó la Maestría en Ciencias Sociales en la Universidad Nacional de General Sarmiento. Actualmente vive en Los Hornillos, Valle de Traslasierra, Provincia de Córdoba.
Ha publicado ensayos y artículos en el campo académico relacionados con la Historia y la Política Argentina. Integró el equipo de redacción de la Revista Callejón entre los años 1990-1994.
Fue convocado al programa Jóvenes y Memoria desde su lanzamiento por la Comisión Provincial de la Memoria de la ciudad de La Plata en el año 2002, desde donde coordinó o asesoró distintos trabajos de alumnos del nivel secundario entre los que se encuentran los videos:
Memoria Perpetua” (2002) que reconstruye a través de testimonios orales, tres casos emblemáticos para la región de Malvinas Argentinas: El funcionamiento del CCD El cilindro, de la ciudad de Los Polvorines investigación con la que se redactó con los mismos alumnos, un proyecto de ordenanza para designar en tal lugar una Marca de la Memoria, dicho proyecto fue rechazado por los mismos concejales que un año después lo sancionaron con su autoría. La fundación del cementerio de Grand Bourg para el ocultamiento de decenas de desaparecidos y el secuestro y desaparición de la maestra/directora/delegada gremial Susana Pertierra de la escuela 54 de la misma ciudad del conurbano bonaerense, con este nombre se logró designar el aula magna de la UNGS.
Tensiones entre pasado y Presente. Una mirada desde lo local de las pervivencias de la dictadura militar” (2006) Libro y video.
Malvinas. La Segunda Lucha”(2008) Video.
El delito de ser jóvenes y pobres”(2009)Video.
Percepciones sobre la inseguridad” (2010) Video.
En materia de Educación y DDHH se capacitó en el área de la Teoría de la Historia y la Memoria en la UNLA donde cursó talleres y participó de jornadas de la misma temática, así como en las distintas universidades a las que estuvo relacionado. En el campo de DDHH recibió el beneplácito de la HCD de la Nación, a través de un proyecto de la diputada nacional Araceli Ferreyra, por la coordinación del trabajo titulado Tensiones entre Pasado y Presente en el año 2007.
Dictó talleres, jornadas, espacios curriculares y seminarios en el nivel terciario tanto en Buenos Aires en las carreras de magisterio e inicial, como en la provincia de Córdoba en el profesorado de Historia Dr. Carlos M. Carena de Mina Clavero donde coordinó el trabajo de investigación “Enseñar y aprender historia en Traslasierra” 2013 (video). Siempre ligados a la educación, a la historia y a la memoria.
Su tesina del profesorado de Historia se publicó con el título “FRONDIZI. EL GOLPE FINAL”. Editorial Círculo XXI. (1991).
Su tesis de licenciatura se publicó con el título “ORIGEN, EVOLUCIÓN Y RUPTURA DEL PRT. En el marco de la violencia política en la Argentina de los años sesenta” (1964-1969)” Tierra del Sur (2009)
Está pendiente de publicación en la misma línea de investigación sobre militancia de los años setenta, un proyecto titulado “LOS DIENTES DEL PERRO. ALGUNOS PROBLEMAS TEÓRICOS Y METODOLÓGICOS EN EL ESTUDIO DEL PASADO PRESENTE A TRAVÉS DE UNA HISTORIA DE VIDA


Viviendo en Traslasierra realizó los siguientes trabajos relacionados a la Memoria desde distintas perspectivas. La llamada biblioteca inmaterial que reconstruye costumbres y saberes ancestrales, y la memoria colectiva:
El primero de ellos LOS HORNILLOS EN LA VOZ DE LOS MAYORES”. Que publicó la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (2014), que intenta reconstruir las costumbres y distintas formas del conocimiento de las culturales locales a través de entrevistas a los ancianos de una localidad serrana (libro y video).
El segundo trabajo lo realizó conformando un equipo con María Correa, hermana de un desparecido en la provincia de Córdoba y la profesora Mary Luque, docente local, con el que abordaron una temática nunca tratada en la región, investigación que se publicó con el título “MEMORIA DEL VALLE. Un registro de los relatos sobre desaparecidos, exdetenidos e HIJOS de Traslasierra”. Ediciones del Callejón (2017).
En el ámbito literario ha publicado: “LIEBRES” Editorial Último Reino. Buenos Aires (2001)
GUADAL Y OTROS FANTASMAS” Tierra del sur Buenos Aires/Córdoba (2012)
ALETHEIA Y OTROS POEMAS” Ediciones del Callejón. Córdoba (2016)
JUAN GELMAN. Historia y palabra en el cuerpo del poeta” Ediciones del Callejón Córdoba (2017)
EL MUNDO CIRCUNDANTE” Alción editora. Ciudad de Córdoba (2018).
Está presentando “JUAN, EL OLVIDADOR” Ediciones del Callejón (2019).
Juan, el olvidador es un sobreviviente de la Argentina reciente que trata de ordenar su vida a finales de los años ochenta, reinventándose mientras viaja en el tren que lo lleva de regreso a su casa en los suburbios después de un día que preferiría arrojar al mítico al Lethë, río del olvido entre los griegos. Busca sanarse de tragedia personal y colectiva como parte de una memoria necesaria que le permita vivir un nuevo y diferente presente.
Esta ficción no tiene las pretensiones de aproximar un trabajo teórico de las tensiones entre “olvido y memoria” solamente y nada menos que ello, el narrador intenta con su relato presentar a los siempre nuevos lectores sin edades prefijadas, ni prejuicios, ni posturas políticas excluyentes, una mirada más, sobre las afectaciones del pasado y las tensiones entre recordar y olvidar. Su pretensión es literaria, si lo logra o no es decisión del lector.
Esta nouvelle busca tener la extensión necesaria para no perder la contundencia del cuento y explorar algunas de las posibilidades narrativas de la novela.
Ricardo Di Mario vive en un paraje serrano en el que los inviernos son extensos y crudos, y los veranos luminosos y acalorados pero siempre se hace tiempo para recorrer el monte, sus cerros y los arroyos para volver relajado al refugio donde leer y escribir como parte una vida que transcurre lenta y profunda en búsqueda de armonía y al paso de un burro cordobés.
Coordina actualmente del ciclo literario mensual “La Noche del Búho” Traslasierra. Córdoba.



























No hay comentarios:

Publicar un comentario